Pasaron algunos días y no podía dejar de pensar en esa cosa tan
linda que había tenido entre mis manos y que disfruté al ponerla en mis boca.
A veces no dormía y me levantaba e iba al baño a hacerme una paja.
Se acabó me dije. Mañana voy a completar la aventura.
Y fui, en el camino vi a otras traviesas pero yo quería estar con
Fabiana, ella me había prometido hacerme el culito; una tarea pendiente y que
nunca había probado. Algunos de mis pacientes me habían dicho lo placentero que
era, no al principio pero después, era como lo más lindo del mundo.
Allí estaba, esta vez la subí al auto, la saludé con un beso en la
boca y se me prendió al cuello. Viniste a que te rompiera el orto amor? me dijo
con esa voz tan segura como que si supiera que no podía más de calentura.
Entramos al hotel y nos agarramos a los chupones. Labios y lenguas
se movían en forma frenética como si fuéramos dos adolecentes. Más de 10
minutos de puros besos y caricias hasta que no pudimos más y ambos bajamos las
manos y nos fuimos a tocarnos las pijas.
Las sacamos y esta vez yo me arrodillé primero y la metí en mi boca. La
chupé y la besé de punta a punta; la acariciaba con mis labios y la lamía con
mi lengua y cada vez que se la pasaba por la cabeza, ella exclamaba de placer.
Luego empezó ella a chuparla, una maestra del arte del placer,
movía la boca como loca y jadeaba de placer; yo estaba al palo.
Fuimos a la cama, se tiró encima de mí y meta chupones sexuales en
la boca, hasta que giró y me encontré haciendo un 69 de costado que no podía
salir de mi asombro lo que era el doble chupa.
Las pijas crecían de tamaño y se afirmaban en su dureza.
Hasta que me dijo: Marcelo, querés que te haga mi Marcela?
Sí, le dije y me puso en 4 patas y empezó a meterme su lengua
caliente en mi culo que me picaba de calentura. Sentí un dedo que entraba, y
después dos y luego que me acariciaba con una crema.
Sacó un forro, me llevó su pija a mi boca y me hizo chupar más; se
puso el forro y desde atrás empezó a rozar ese mástil de carne enorme contra el
borde me mi culito.
En pocos segundos sentí como entraba una pequeña parte y grité de
placer, de miedo y algo de dolor. En seguida sentí toda una cosa enorme adentro
de mí. Me la había metido hasta los huevos.
Empezó a moverse, despacio primero, algún que otro topetazo para
hacerme gritar, me decía; te gusta puta? Sí, le respondía.
Decime que querés pija, pedila puta.
Dame tu pija amor, quiero más pija, soy tu puta, cojeme más, más
mucho más.
Así está bien puta o querés más pija, puta viciosa.?
Quiero más y más fuerte, más, más , más más pija
Entró en un frenesí y mi culo acompañaba con algo de dolor y un
placer tremendo. Era como si te partieran en 4 y querías que te rompieran más
el culo todavía.
Siguió con topetazos feroces no sin antes moverla en forma
circular para agrandarme más el agujero.
No puedo más, le dije
.. me voy
y empecé a acabar sin siquiera
tocarme mi pija. Pegué un grito de placer AYYYYY
!!! que en mi vida había
tenido.
Sentía el palo adentro y le pedí que me cadeara más fuerte.
Conejito me dijo . Sí, le pedí.
Y empezó a moverse rápidamente hasta que sentí que algo se
ensanchaba dentro de mi culo. Y entonces ella gritó, aquí tenés tu leche puta
de mierda
. Pegó un grito y acabó dentro de mí.
Se empezó a mover cada vez más lento y la sacó.
Te gustó putita me preguntó.
No sabía que responder y me encontré con que vaciaba el forro
lleno de leche sobre mi cuerpo.
Sentí nuevamente esa leche caliente en mi cuerpo.
Nos chupamos las pijas en otro 69 para beber hasta las últimas
gotas de ese líquido tan preciado.
Se me puso grande de vuelta, me puse un forro y me la cojí en
menos de 3 minutos, mientras ella jadeaba de pacer.
Me decía putita, mi machito puto, y otras cosas que me calentaban
más hasta que le acabé.
Lo demás fueron besos, y despedidas.
Mi culo ya no era invito, pero había sentido tal placer, que otro
día les cuento otras historias.