Les cuento que después de mucho buscar logré encontrar al hombre ideal. Se trata de un hombre tierno y ardoroso amante que me trata como una tierna gatita y yo trato de corresponderle de la mejor manera, dándole todo mi amor y, por supuesto, todo mi cuerpo para que lo disfrute
Lo conocí en una de esas tantas noches que salí vestida muy discretamente (mi edad, cerca los 40 años no permite mayores aspavientos) con un vestido algo entallado pero no muy corto y me había colocado una peluca que me llegaba a los hombros. Después de compartir unos tragos con gente del ambiente en una discoteca, decidí retornar a mi casa. La verdad es que no pensé que nada extraordinario me sucedería esa noche
Abordé un taxi y me coloqué al lado del chofer. Durante el trayecto noté que el taxista me lanzaba muy sugerentes miradas y la verdad es que me encontraba muy caliente y muy disimuladamente comencé a subirme el vestido, como al descuido, mostrándole mis piernas que son bastante atractivas. No pasó mucho rato para que, él atrevido, comenzara a estirar sus manos y a querer acariciarlas, cosa que en un principio impedí muy coquetamente
Creí mi obligación decirle quien era y el me dijo que lo sabía, que no era tan tonto y que le parecía muy bella. Esa noche me había esmerado mucho con el maquillaje y llevaba unas medias negras tipo red que resaltaban mis muslos. Después de la aclaración todo fue más fácil. El comenzó a acariciar a su antojo mis piernas mientras yo le sobaba la entrepierna donde se notaba que había despertado una enorme polla que había decidido no me perdería. Realmente el nivel de excitación subía de manera incontrolable y mis gemidos ya comenzaban a escucharse
En un momento decidió estacionar el auto en un lugar oscuro y poco frecuentado y ahí fue cuando comenzó lo bueno. Ansiosa como estaba me abalancé sobre su enorme pene. Le abrí la bragueta y saltó de inmediato un miembro que a esas alturas ya estaba babeante. Lo lamí disfrutando lentamente de un líquido viscoso que sabia delicioso. Comencé con mi lengüita por una enorme cabeza rosada y seguí por el tronco para luego intentar tragarme todo ese trozo que me dejaba sin aliento. Mientras tanto el también había hecho lo suyo y mientras yo me encontraba de rodillas en uno de los asientos del auto comiéndome su polla el me había bajado la minúscula tanguita que uso y comenzaba introducirme sus dedos por mi ano que ya se encontraba bastante dilatado
Cuando terminó el juego preliminar me pidió que nos pasáramos al asiento de atrás donde estaríamos más cómodos a lo que accedí. Ya con las tanguita afuera colocó mis piernas sobre sus hombros y yo me coloque en la forma más conveniente para facilitar la penetración que confieso fue deliciosa. Primero la cabecita que pugnaba caprichosamente por introducirse en mi culito mientras yo apretaba mi esfínter para proporcionarle mayor placer. Sus gemidos se confundían con los míos hasta que sentir que toda esa enorme polla se encontraba dentro de mí y comenzaba a moverse con una habilidad extraordinaria en un enloquecedor mete y saca hasta explotar en un derrame de semen que jamás había visto dejándome toda mojada. No hay cosa más deliciosa que sentir que tu vientre está lleno de leche y que parte se desliza entre tus piernas
Agotados, permanecimos dentro del auto unos cuantos minutos y me propuso que nos trasladáramos a su vivienda. Yo estaba dispuesta a seguir la experiencia y no me hice rogar mucho. Llegamos al lugar se trataba de un ambiente pequeño y muy ordenado con buena música y algunos libros. Después de un par de tragos volvimos a la acción y tengo que confesar que me dejo el culito en estado lamentable al punto que durante varios días sentí un agradable dolorcillo. Pero eso no es lo mejor me gustó y congeniamos tanto que me he convertido en su mujercita. Una vez por semana me traslado a su casa y realizó mis labores con mucho cariño vestida enteramente de mujercita.
Es un loco. La última vez en forma muy sigilosa me levantó la faldita mientras me encontraba en la cocina y me la metió con tal fuerza que me hizo saltar las lágrimas. Los momentos de tranquilidad son también deliciosos ya que en la cama nos entregamos a la adoración de nuestros cuerpos y nos hemos prometido que en breve nuestra relación será permanente. Eso es lo que más deseo
Les cuento que se refiere siempre a mí con el nombre de Lily lo que me hace sentir cada vez más hembrita y estoy dispuesta a asumir esa condición en forma definitiva.