Tengo 35 años. Esta historia sucedió hace 10 y es absolutamente real.
Vivo en Buenos Aires y hasta los 24 años nunca había sentido la más mínima atracción, siquiera interés, ni por hombres ni por travestis. Sin embargo, a los 24, las travas me empezaron a generar un poco de morbo. De vez en cuando hacía alguna vueltita con el auto por la zona roja, aunque nunca subía a ninguna. Me gustaba ver a las más femeninas, esas con cuerpos de yeguas. Y me imaginaba que tenían pija. De a poco me empezó a calentar la idea de chupar una verga. Todo empezó así, bastante sutil. Casi sin buscarlo.
Empecé a frecuentar algunos chats y hablaba con una y con otra, les hacía preguntas, y a veces teníamos charlas muy copadas. Fui entrando en confianza con una que me caía bien, que se llama Carla. Al poco tiempo nos pasamos el MSN y seguimos hablando por ahí, y finalmente intercambiamos unas fotos. Carla estaba tremenda. Flaquísima, como a mí me gustan. Tetas chicas, pero lindas. De cara, una mina 100%. Gambas eternas, ojos verdes. Realmente, un minón. Cuestión que yo también le gusté porque tengo lomo grandote, hago deporte y, si bien algo de pancita hay, me cuido bastante y soy prolijo. Además soy un tipo sano, tranquilo, cero del ambiente, re masculino y, hasta ese momento, heterosexual. El combo a ella le encantaba.
Las charlas pasaban por todos los estados. Hablábamos cosas normales, me contaba de su vida, yo le hacía preguntas, y también (siempre) había un momento donde nos empezábamos a calentar y nos mandábamos alguna foto. Yo era vueltero. Me daba morbo pero también me daba miedo. No estaba seguro. Pero las charlas me re calentaban.
Mi actividad sexual era bastante activa y, por suerte, no me iba mal con las mujeres. No era un tema de calentura contenida ni nada de eso. Me empezó a calentar mucho la idea de conocer a Carla. Así que le propuse que nos conociéramos, aunque como estaba cagado, no le dije de ir a su casa, sino de verla en otro lado, como para manejar la situación y, de querer «huir», poder hacerlo tranquilo. Ella trabajaba en un video club y quedamos en que la pasaba a conocer al horario de cierre, tipo 22hs. Me pasó su teléfono y aproveché que iba al cumpleaños de un amigo para hacer una pasadita por el video club antes de ir a festejar. El programa cerraba con moño.
Cuando estacioné el auto a una cuadra del video club estaba aterrado: ansiedad, corazón a mil, muchos pensamientos y sentimientos cruzados. La pensé un poco y tenía ganas de irme a la mierda. Pero me ganó la curiosidad. Tomé valor, la llamé y le dije que estaba por llegar. Caminé hasta la dirección y me esperaba en la puerta del video club. «Hola bombón, sos hermoso» – me dijo. Ella estaba realmente increíble. Una diosa. Me saludó con un pico y con muchísima naturalidad, como si fuera mi novia y me hizo pasar. Cerró con llave. Al entrar se me avalanzó y me dio un tremendo beso. Yo estaba paralizado y muy nervioso. El corazón me seguía latiendo a mil kilómetros por hora. Ella se dio cuenta y me tranquilizó. Me invitó a pasar a la parte de atrás, donde nadie nos podía ver. Pasamos.
De nuevo se me avalanzó encima y yo respondí un poco mejor. Nos empezamos a manosear. Tenía una piel lindísima, muy suave. No podía creer que no fuera una mujer. Le empecé a manosear el culo y tenía una tanga minúscula. El morbo me podía así que empecé a manotearle la pija. Era la primera vez que tocaba una pija que no fuera la mía. Me encantó la sensación. Ella se arrodilló, me bajó el jean y me empezó a chupar la verga. Estaba tan nervioso que creo que acabé en 1 minuto. Le pedí disculpas y le dije que me tenía que ir. Estaba huyendo. Ella se lo tomó genial y me dijo que me quería volver a ver.
Al salir seguía teniendo el corazón a mil y una tormenta de sentimientos, desde calentura hasta culpa y confusión. Le mandé un mensaje y le dije que me había encantado conocerla.
Al poco tiempo volvimos a hablar y le conté cómo me había sentido. Ella se tomaba todo con mucha calma y me entendía perfectamente. Eso me daba confianza. Yo me sentía un quinceañero que está debutando. Obviamente, como la experiencia me había encantado, la iba a volver a ver. Me di cuenta de que era un camino de ida y de que ya había dado el primer paso. De haber reprimido todo eso, quizás, ni idea si esto es cierto, pero quizás, lo podría haber controlado. Ahora se me había desatado una calentura como no había sentido nunca. La experiencia me había fascinado. La quería volver a ver. Y lo hice.
Arreglamos y esta vez me invitó a su dpto. Estaríamos mucho más tranquilos y cómodos. La fui a visitar un viernes a la noche. En realidad la busqué por el video club y fuimos a su casa. Subimos el ascensor a los besos y al entrar a su departamento, se empezó a desvestir. Me pidió que la dejara a ella y que yo me desnudara en la cama. Se fue desvistiendo y se quedó en una tanga muy sensual. Yo estaba desnudo, al re palo, mirándola. Era (y sigue siendo) toda una mujer. Se dio media vuelta, me mostró un culito perfecto y redondo y se bajó la tanga. Se metió de espaldas en la cama y se tapó con la sábana. Le había tocado la pija pero nunca se la había visto. Empezamos a besarnos, desnudos. Yo estaba hasta las manos. Me encantaba. Había poquísima luz y no me dejaba que le tocara la pija. Quería hacerme gozar y que yo estuviera tranquilo. Me chupó la pija y esta vez manejé muy bien la situación. Después de un ratito le dije que la quería coger. Mientras me la chupaba ella me miraba, como evaluando todas mis reacciones. Yo estaba entregadísimo al placer, le acariciaba la cabeza y le decía cosas, algunas lindas y otras muy zarpadas. La puta seguía chupándomela y mirándome con cara de que le gustaba más la pija que las vacaciones. Me pasó un forro y se acostó boca abajo. Se lubricó bien la cola con una crema y se le empecé a meter despacio. La tenía bien cerradita. La pija fue entrando y empezamos a movernos. Cogimos así por un buen rato hasta que le dije que se diera vuelta. Cuando se dio vuelta le pude ver esa pija lindísima. La imagen de tener a una mujer abierta de gambas y que en vez de una concha le cuelgue una buena verga me puso a mil. Me la entré a re coger y ella gemía como una loba. Nunca una mujer había gemido así, eran gritos de placer. Le dije que viniera arriba mío y me empezó a cabalgar, le acariciaba las tetas, la cara y con la otra mano la ayudaba a meterle ritmo al garche. De repente le empecé a tocar la pija y a pajearla mientras cogíamos. De nuevo se volvió loca y, de repente, me dijo «huuuu me vengo, me vengo». Acabó encima mío. Fue increíble. Se bajó y me empezó a chupar la pija desaforadamente. Yo acabé al minuto y le llené la boca de leche. Ella se la tragó toda. Era tan puta que me ponía a mil.
Nos acostamos, tranquilos. Hablamos un rato. Me quedé a dormir. Esa noche debemos haber cogido como 4 veces. Yo estaba sacado.
Nos seguimos viendo con Carla. Ella tuvo un par de novios y yo un par de novias. Pero siempre reincidimos. Nos tenemos debilidad y nos gustamos.
A partir de ese primer encuentro yo empecé a experimentar bastante con mi sexualidad y tuve muchas experiencias. Estuve con hombres y me gustó, aunque nada supera, para mí, a una linda travesti.